Memorabilia, iconografías mecanografiadas, cajas chinas, muñecas rusas, recetas, hipertexto culinario y del otro, origamis mentales, hagiografías paganas.

lunes, noviembre 14, 2005

Cuando John conoció a Paul



Hace un año, en el Liguria de Manuel Montt había visto a un chascón con una guitarra que se esforzaba por cantar y tocar canciones de los Beatles. El peinado más que a John, emulaba a Bettie Page y su rostro más que el de la musa sado me recordaba mucho más a Iván Zamorano.

Anteayer estaba en el café Dante de plaza Ñuñoa tocando con las mismas ganas, esta vez con correcto pantalón negro y camisa blanca, con más destreza y precisión en los acordes con séptima que son casi el comodín de las composiciones de Lennon. A su lado, un amigo, vestido como él, lo acompañaba con una pandereta y los coros en quintas que completan y enriquecen tanto la vocalización.

Uno necesita almas gemelas. El tipo había encontrado a su compañero ideal. No necesitaban nada más para sonar muy, pero muy bien. Todos buscamos nuestro Robin. Nuestro ayudante, nuestro asistente o nuestro maestro. Siempre he soñado con ser el guía sapiente de algún despistado y entusiasta aprendiz, lo malo es que para lograr el cargo me faltan mucho más que canas. Quizás mis ganas de ayudar a alguien obedecen a que necesito un mentor, todos necesitamos un tutor, como en un capítulo de Seinfeld.

Pero qué choro es buscar a otro -¡y encontrar!- donde clonar y duplicar ideales y esfuerzos. Como cuando chico soñaba tener un gemelo mortalmente parecido que fuera al colegio por mí mientras yo me quedaba en casa armando castillos de Lego, fabricando naves con los desaparecidos y ochenterísimos Tente.

La ubicuidad, el desdoblamiento. Poder estar en más de un lugar a la vez. Es el sueño de sacarme esa foto que siempre he soñado, saludándome como ministros. Más que esquizofrénico egocentrismo (sí suena muy raro) obedece a la idea de tener un doble. Ahora necesito uno de esos robots-clones que escriba mi tesis mientras salgo a la calle a reportear, que aprenda algunas canciones en piano mientras yo practico con el contrabajo, que salga a comer con los familiares mientras yo me embriago con cerveza en un bar con moscas-espía.

1 Comments:

Blogger Mambrú said...

Me deja ud. helado: no sabía que ellas fueran las espías. ¡Malditos nepaleses-futuros-dueños-del-mundo!

PD: ¿Los caballos son también parte del complot? ¿y mi caca? ¡quizá he sido todo un colaboracionista!

2:04 p. m.

 

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