Memorabilia, iconografías mecanografiadas, cajas chinas, muñecas rusas, recetas, hipertexto culinario y del otro, origamis mentales, hagiografías paganas.

lunes, diciembre 26, 2005

Otro seudónimo para el mismo pecado

Texto inédito de cuando escribía -en la desaparecida revista s.t.o.- las editoriales (tendencia) escudado en el personaje del petulante y neurótico trendsetter: Pablo Schweitz.

Aunque hoy, este desparpajo en la opinión me gatilla pudor y gracia; sí, mucha gracia. Y más si constato que lo que cené esta Navidad es muy similar -sino casi idéntico- al menú que propuse al final de ese texto escrito en diciembre de 2004 y que jamás vio la luz porque la revista colapsó definitivamente (suerte que tuve la visión de adelantar mi renuncia, sino todavía estaría esperando un cheque, al abogado, a la gente de la Inspección del Trabajo, trámites en Impuestos Internos, etc).

(En la imagen aparece -mucho peor que en la vida real- la fotógrafa Natalia Araya, amiga y el otro 50% del team periodístico de la revista).

Tendencia:
Nunca más Blanca Navidad.

¡Oh tiempos, oh costumbres!, las tradiciones trasplantadas han construido un fin de año -por decir lo menos- desencajado, inexplicable.

Nada peor que un Viejo Pascuero con su traje rojo, botas, barba acrílica, bajo 30º, sudando, hediondo. Nada más ridículo que un árbol de plástico con algodón, simulando nieve. Lo mismo pasa con nuestras tradiciones trasplantadas de un hemisferio, por esta fecha frío -quizás demasiado- que exige comidas contundentes, calóricas, invernales, absolutamente invernales. Pobres viejos pascueros.

Lo ridículo es que nos hayamos acostumbrado a beber el más pintoresco de los sucedáneos del Bailey’s: El tradicional Cola de Mono “heladito”, como lo anuncian en las ventanas del Bar Nacional, valuarte de este brebaje que insisto, nos vendría perfecto en junio o julio, así incluso: heladito.

Y en el otro flanco, las panaderías se vuelcan a la producción de esos insoportables Panes de Pascua, que si hicieran honor al nombre no deberíamos consumirlos sino hasta comienzos de abril o finales de marzo. Esa especie de queque negro, con insufribles frutas confitadas, nueces, almendras, avellanas, algunos incluso con maní; infaltable en la convivencia de fin de año.

Llega la cena de Navidad y la mesa está decorada con arreglos coníferos y alegorías a forestas nevadas que por mucho que el aire acondicionado esté a tope, nos sugieren y refiregan nuestra poca capacidad de crítica a lo impuesto. es inaceptable que no aprovechemos todas las bondades de esta época del año, la riqueza de nuestras frutas de estación, la interesante variedad de pescados y mariscos, la calidad de cereales que se pueden servir helados como la quínoa o el cous cous. Bueno, si quieren comer un pavo relleno, o un confit de pato, allá ustedes.

La tendencia será consumir frutas frescas, tragos más cítricos o frutales, vinos preferentemente blancos y tintos ligeros; decorar nuestras casa con iconografías contingentes y pensar que con poco dinero se puede comer a la perfección. De entrada melón con jamón serrano, quínoa con pescado y ensaladas, postre de frutas con yogurt natural, té verde para todos. Para el año nuevo, la recomendación será abandonar el horroroso ponche a la romana. ¿O pasará otro año más creyendo que el vino espumante con helado de piña les trae suerte?.

2 Comments:

Blogger Love doctor said...

Cierto, un señor en traje de invierno, dando vueltas por el mundo en una sola noche, sólo puede oler mal...

3:01 p. m.

 
Blogger Penelope Glamour said...

Excelente comentario sobre el pan de pascua. No entiendo el éxito de ese revoltijo. Como decían en Los Simpson, es como el brócoli, que por años advirtió a los seres humanos lo nocivo que es por su horrible sabor, pero la gente lo consumía igual.
guacala.

Te detesto x postear tanto, pero de todas formas te mando 1 abrazo.

6:55 a. m.

 

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